Explorar el mundo del escritor es una tarea ardua. Escritores y otros cineastas lo han hecho a su modo. Sería vana la labor de un arqueo exhaustivo al respecto. El caso de Elia Schneider y su película “Des-autorizados” es la confrontación entre el escritor, el personaje principal y los personajes entre sí. Preferimos aludir a los personajes fílmicos[1] y no actores, o actantes como otros prefieren denominarlos.
La confrontación se genera por la constante problematización entre el yo y el otro. ¿Qué tanto acontece en el sujeto (escritor) y cuánto desea que le acontezca al otro? El deseo por encima de la razón. El denominado “Mundo de besos” (por Elia) con una lógica que rompe con el “Mundo de la razón”. El escritor está entre dos aguas. Por un lado la fuerza de sus emociones lo atrapan cuando diseña y da vida a un personaje, mientras que por otro observa, describe, descubre, analiza y explora. Crea movido por el amor y por llegar a posesionarse de un objeto de interés. Pero, ¿qué tanto representa el personaje a cada mundo?, ¿qué prefiere el espectador en la oscuridad de la sala de cine?
No es fácil referirse al autor cuando ya Barthes hablaba de la muerte del mismo[2]. Precisamente Des-autorizados puede dejar al espectador la lectura de ello. No es tanto la referencia a quién escribe sino qué lee aquel que está sentado en la butaca respecto a la cineasta y su guión, al escritor y su novela. Lo que pudiera leerse no está exclusivamente condicionado al argumento de la película. La alusión a la confrontación es apenas una lectura y un destino del texto fílmico marcado por la formación del intérprete. Es este elemento quien en definitiva marca la diferencia de las críticas, opiniones y comentarios formulados.
Quizá una crítica cinematográfica ya realizada a Des-autorizados esté marcada por los niveles formativos del intérprete respecto al cine y al autor. ¿Cuánto se ha aproximado el espectador a las imágenes en movimiento creadas por un sujeto que ya perdió identidad (la directora)? Se asume la obra como un texto abierto que logra tomar unidad a través del intérprete. Pero si se está a la espera de esa unidad y en lugar de ésta se encuentra la empatía con la autora, ¿qué sucede con ese intérprete?, ¿estará en cuestionamiento su formación o la interpretación?
[1]En los Diccionarios de cine, por ejemplo, el de Aumont y Marie. (2001). Diccionario teórico y crítico del cine. Argentina: La marca editora, hace referencia al personaje fílmico, mientras que el término actor está asociado a la actuación, al teatro. Finalmente, actante se encuentra en modelos semióticos como el de Greimas, luego retomado por Blanco.
[2] Aquí se hace referencia al texto: El susurro del lenguaje: Más allá de la palabra de la escritura. De Roland Barthes.
José Alirio Peña/ Claritza Peña
3 comentarios:
Que buen articulo..e ha puesto a preguntarme muchas cosas.
Que elegente forma de escribir porq en las preguntas es donde realmente uno puedo analizar si la pelicula tenia sentido o no.Ustedes nunca dicen si la pelicula es buena o mala ni hacen publicidad es lo mejor de este blog. Ahora leyendo detenidamente lo que escriben me inclino a que es probable a uds no les convencio del todo la pelicula. Saludos cordiales.
La verdad aunque no me gusta esa manera de escribir tan abstracta debo reconocer dicen cosas a las q hay q sacarle punta: eso de que realmente quiere el espectador en una butaca y en una sala oscura
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