lunes, 9 de febrero de 2009

Mario Briceño Iragorry encaró "La Batalla por el Buen Cine"

Mario Briceño Iragorry encaró la batalla por el buen cine

En 1953 Mario Briceño Iragorry publicó una serie de artículos en un mismo libro (1). Entre estos, llama la atención "La Batalla por El Buen Cine". Se trata de un artículo corto en el cual describe el deseo de un grupo de personas de la década de los cincuenta por encarar una guerra contra el exceso de exhibición del cine hollywoodense. Al respecto escribía:

"Extraordinario ámbito ha alcanzado la patriótica y noble idea de defensa del cine criollo... El problema... ha colocado en un mismo frente a los representantes de todas las fuerzas vivas de la capital. Desde el manso e ilustre Arzobispo Primado hasta el rojo agitador de barrio; desde el oligarca con recto sentido de la moralidad y de la Patria hasta la sencilla maestra de escuela; desde el intelectual hasta el semi- analfabeto; desde la empingorotada señora del Country Club hasta la obrera humilde que vive bajo los puentes o en la eminencia intransitable de los cerros, todos, todos han venido uniendo sus voces en pro de un sistema económico y de una regulación administrativa que modifique la actual situación de nuestras salas de cine" (Iragorry, 1954, pág. 159)

En otro párrafo, y de modo abierto, Iragorry señala al cine de "... vía de penetración y de succión del capital financiero yanqui... escuela corruptora de la moral... y de la política" (___, pág. 160). Pero no es esta idea la más trascendental del artículo sino aquellas líneas donde describe cómo ha de ser la batalla. Ha de reconocerse como más provechosa las orientaciones ofrecidas, que el mismo contenido ideológico- político sustento el problema planteado.

Esas orientaciones corresponden a que "... el problema del cine debe ser encarado con energía y dignidad por pueblo y gobierno. Junto con promoverse una bien orientada industria nacional del cine, debe pensarse en el valor educativo de lo que se ofrece al pueblo (...) Problema moral y problema económico, el del cine es ante todo - aunque huelgue el repetirlo- problema que atañe a la nacionalidad... Está indicando, también, este hecho que el nacionalismo no es un valor desamparado en el orden de lo social (...) habrá de llegarse a la conquista de un instrumento administrativo, que permita dar al cine su verdadero carácter de vehículo educador..." (___, págs. 160- 161)

¿A que se refiere Iragorry con nacionalidad?

La nacionalidad descrita en Aviso a los navegantes es asociada con la tradición (transmisión de valores o el legado a una generación). Así que antes de pensarse en la conciencia de sí (la individual) está la del pueblo (pensarse como nación). La identidad colectiva prevalece sobre la individual. No resulta extraño que ante la defensa, del autor, del mercado cultural nacional (frente a la tentativa de la producción extranjera que desplaza a la intelectual nacional) el sujeto colectivo sea invitado a adoptar el abanderamiento de la defensa cultural propia antes que la yanqui. Ello implica que, por ejemplo, ante la implosión del cine norteamericano (mejor aceptado hasta el presente que el cine nacional) el sujeto decida a favor de la fisonomía venezolana, como si se tratara de luchar contra el extranjerismo para descubrirse a sí mismo en "lo autóctono". Y lograr esto para una colectividad sólo sería posible con la enseñanaza de la historia, entendida desde la perspectiva de Iragorry como "disciplina funcional... para elaborar las grandes estructuras que hacen la unidad conciencial del pueblo" (Iragorry, 2004, p.90)

Ahora bien, si para Iragorry el nacionalismo no es algo difícil de conseguir, tampoco debería serlo el carácter educativo del cine. Y aquí es preciso destacar que no se trata de la conducción de un cine nacional como un "cine de eslóganes" que bombardea con sus imágenes, sonidos o grafismos de modo directo o indirecto con ideas ya harto conocidas. Se trata más bien de convocar a un proceso de reflexión, de ideas que "toquen al espectador venezolano". Y tocar no es "manipulación sentimentalista" sino la bienvenida a un proceso donde se considere al público como "inteligente".

REFERENCIAS

(1) Iragorry, M. (1953). La Batalla por el buen cine. En: Aviso a los Navegantes, Caracas: Ediciones EDIME, pp. 159-161.

(2) Iragorry, M. (2004). Mensaje sin Destino. Caracas: Monte Ávila Editores.

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