El 11 de julio de 2009 se realizó el segundo foro del Ciclo de Cine+Arquitectura que contó con la presencia del arquitecto William Niño Araque y la cineasta Marilda Vera. Luego de la proyección de la película Canción mansa para un pueblo bravo (1976) de Giancarlo Carrer, se dio inicio a un foro, en el cual surgieron las siguientes ideas:
Desde la visión de la arquitectura la película muestra de forma claustrofóbica e intimista a los personajes desde una relación amatoria que no se sabe si se resuelve. Esos espacios predominantemente son cerrados: pasadizos del Centro Simón Bolívar, escaleras, una fábrica, una funeraria, Parque Central. Son una especie de vientre en el que se gesta un malandro.
Desde la óptica de la cineasta los personajes son sobrevivientes, trátese del malandro, el joven, los inmigrantes (la española de la pensión, el portugués dueño del restaurant, el portugués asesino de la prostituta, el dueño de la funeraria). En esa porno-miseria no se muestran los ranchos. Se presenta a un malandro distinto, que roba libros y los lee, protege a un joven pueblerino, verbaliza el mundo de los otros.
Del público asistente surgieron lecturas interesantes. Algunas que se centraban en la historia y eran leídas a modo de mensajes alicientes al país, otras centradas en la arquitectura (espacios cerrados y abiertos), en una identificación con el Neorralismo Italiano y Pasolini (también compartidas con el arquitecto invitado y la cineasta) y una relacionada a esa comparación de la Venezuela actual (tendencias socialistas, la música de Alí Primera). Fuera de estas lecturas faltaron otras posturas sociológicas, antropológicas y educativas.
A continuación se intentará presentar una lectura en el plano de la formación:
Desde la óptica de la educación, se advierte por ejemplo, una relación formativa signada por el amor, donde el guía es un malandro (Freddy), quien es seguido, observado e imitado por un joven del interior (Giancarlo), inocente, sincero e inculto, interpretado por el actor Orlando Urdaneta.
No es la primera vez que se asocia a Orlando Urdaneta con un personaje imitador de un modelo. También ocurre en “Historia de amor y brujería”, tal como lo presentamos hace meses en este blog.
Lo interesante de ese modelo (el malandro) es el conjunto de características nada atractivas para la mayoría de los espectadores, pero si interesantes para el otro personaje. Aunque en principio el acto de robar, mentir y prostituirse por dinero no le resulta ni familiar ni atractivo por pertenecer a un mundo ajeno, termina considerando la acción de robar como un estilo de vida, tal como se advierte en la última escena. Aquí se entrevé una transformación del personaje mismo.
Lo atractivo de aquel malandro, para el joven, es esa ayuda y sentido de camaradería que no encontraba desde que otro amigo falleció. La protección y el amparo ofrecidos ante su soledad, en la ciudad, activan un acercamiento espontáneo y una especie de comprensión por una vida cómoda, sin mayores esfuerzos.
Los espacios presentes en la película, desde la lectura del modelo y de su tendencia a ser imitado, pareciera encontrarse en una formula dual. En los espacios cerrados se manifiesta como es: tímido, inocente, enamorado. En ellos se activa la observación al modelo (la viveza para evadir pagos, el robo de libros, el asesinato de dueños de locales, la maestría con las mujeres, la solicitud de dinero a cambio de relaciones sexuales con hombres), mientras que en los espacios abiertos deja relucir lo que desea realmente: libertad, no tener controles, amar a una mujer compartiéndola con otro. Precisamente, en estos espacios abiertos es donde se pone en práctica algunos de los consejos para sobrevivir en la ciudad, a modo del modelo: correr, evadir la autoridad y explorar.
Ambos personajes muestran dos caras de la ciudad que, finalmente, llegan a converger. Una representada por el malandro: el desorden, la agitación y el caos, frente al orden y el equilibrio, representado por el joven pueblerino. La convergencia ocurre a partir de la decisión de sobrevivir sin sacrificio. Un hombre distinto que aparece como un potencial ladrón y asesino a joyeros.
Desde la visión de la arquitectura la película muestra de forma claustrofóbica e intimista a los personajes desde una relación amatoria que no se sabe si se resuelve. Esos espacios predominantemente son cerrados: pasadizos del Centro Simón Bolívar, escaleras, una fábrica, una funeraria, Parque Central. Son una especie de vientre en el que se gesta un malandro.
Desde la óptica de la cineasta los personajes son sobrevivientes, trátese del malandro, el joven, los inmigrantes (la española de la pensión, el portugués dueño del restaurant, el portugués asesino de la prostituta, el dueño de la funeraria). En esa porno-miseria no se muestran los ranchos. Se presenta a un malandro distinto, que roba libros y los lee, protege a un joven pueblerino, verbaliza el mundo de los otros.
Del público asistente surgieron lecturas interesantes. Algunas que se centraban en la historia y eran leídas a modo de mensajes alicientes al país, otras centradas en la arquitectura (espacios cerrados y abiertos), en una identificación con el Neorralismo Italiano y Pasolini (también compartidas con el arquitecto invitado y la cineasta) y una relacionada a esa comparación de la Venezuela actual (tendencias socialistas, la música de Alí Primera). Fuera de estas lecturas faltaron otras posturas sociológicas, antropológicas y educativas.
A continuación se intentará presentar una lectura en el plano de la formación:
Desde la óptica de la educación, se advierte por ejemplo, una relación formativa signada por el amor, donde el guía es un malandro (Freddy), quien es seguido, observado e imitado por un joven del interior (Giancarlo), inocente, sincero e inculto, interpretado por el actor Orlando Urdaneta.
No es la primera vez que se asocia a Orlando Urdaneta con un personaje imitador de un modelo. También ocurre en “Historia de amor y brujería”, tal como lo presentamos hace meses en este blog.
Lo interesante de ese modelo (el malandro) es el conjunto de características nada atractivas para la mayoría de los espectadores, pero si interesantes para el otro personaje. Aunque en principio el acto de robar, mentir y prostituirse por dinero no le resulta ni familiar ni atractivo por pertenecer a un mundo ajeno, termina considerando la acción de robar como un estilo de vida, tal como se advierte en la última escena. Aquí se entrevé una transformación del personaje mismo.
Lo atractivo de aquel malandro, para el joven, es esa ayuda y sentido de camaradería que no encontraba desde que otro amigo falleció. La protección y el amparo ofrecidos ante su soledad, en la ciudad, activan un acercamiento espontáneo y una especie de comprensión por una vida cómoda, sin mayores esfuerzos.
Los espacios presentes en la película, desde la lectura del modelo y de su tendencia a ser imitado, pareciera encontrarse en una formula dual. En los espacios cerrados se manifiesta como es: tímido, inocente, enamorado. En ellos se activa la observación al modelo (la viveza para evadir pagos, el robo de libros, el asesinato de dueños de locales, la maestría con las mujeres, la solicitud de dinero a cambio de relaciones sexuales con hombres), mientras que en los espacios abiertos deja relucir lo que desea realmente: libertad, no tener controles, amar a una mujer compartiéndola con otro. Precisamente, en estos espacios abiertos es donde se pone en práctica algunos de los consejos para sobrevivir en la ciudad, a modo del modelo: correr, evadir la autoridad y explorar.
Ambos personajes muestran dos caras de la ciudad que, finalmente, llegan a converger. Una representada por el malandro: el desorden, la agitación y el caos, frente al orden y el equilibrio, representado por el joven pueblerino. La convergencia ocurre a partir de la decisión de sobrevivir sin sacrificio. Un hombre distinto que aparece como un potencial ladrón y asesino a joyeros.
Claritza Peña Zerpa
5 comentarios:
Oye se ve interesante la lectura del Arquitecto William Niño, como siempre muy profesional. Y la lectura de claritza también está buena.
Estuve en el cine foro no me gustó la cineasta pero si e arquitecto.
La película es un deleite ver a Orlando Urdaneta actuando.
Hola: soy Brígido Marquina, vaya ironía, soy el autor de esa letra, la cual dí a Alí Primera con 29 letras más y hasta el dia de hoy nunca se me dio ni el saludo pese a que hay muchos testigos, entre ellos Eduardo Martínez, quien cambió mi título a "Techos de Cartón" y le puso "Casas de Cartón". Algún día habrá justicia.
Hola Brígido gracias por el detalle que muchos desconocemos.
Saludos Cordiales....
Brigido como se te ocurre decir semejante locura, hay que ser escuálido serio mijo, yo creo que el escuálidismo debe tener límites
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